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La Hora Sonora

 

Un proyecto documental de

Santiago Herrera Gómez

lasmanos del ciego

Produyctora Audiovisual

 

SINOPSIS

Orlando Patiño Valencia se oye una hora al día desde hace 40 años. Su voz ha narrado fútbol, ha comentado noticias, se ha curtido en las esquinas y se ha cantado en las voces de la Sonora Matancera. Esa misma orquesta tropical a la que dedica su programa radial en Latina Stereo: “Una hora con la sonora”.

 

A las dos de la tarde, Mientras el calor evapora la humedad del asfalto, y arriba las nubes traman otro aguacero repentino, Orlando ofrece un saludo cordialísimo a todos los matanceromanolocos, y a todas las matanceromanizadas de Antioquia, Colombia y el mundo. A su voz rasgada por los años de radio y de duro trasegar, le siguen siempre canciones, sones olvidados que se repiten por ondas en los buses, locales y calles empinadas de esta ciudad entre montañas. Las trompetas inconfundibles de la Sonora Matancera son tarareadas en la cabina por Orlando, él y la música son una misma cosa: una forma de sentir “pasada de moda”.

 

 

 

 

 

 

 

 

Esta hora diaria entre las dos y las tres de la tarde, le depara su sustento. Mientras los viejos acetatos giran serpenteando canciones, Orlando va chuleando en un papel escrito a mano, las cuñas qué el mismo repite como menciones orales de memoria entre canción y canción. Esos anunciantes, representan la vida de este hombre de sesenta y cinco años. Son ellos el mapa de su vida: Los bares que frecuenta, los talleres de su cuadra, las tiendas de abarrotes y hasta la funeraria en la que deposita su Esperanza (con cuñas radiales está pagando su seguro exequial) , Todas estas hacen la parte comercial de su programa.

Este documental propone contar la vida actual de este hombre de la radio y de la vida, desde esa hora sonora que resuena y nos cuenta de la ciudad y de sus pasos. Mientras rueda el programa radial y las canciones suenan anacrónicas por el valle bullicioso, acompañamos a Orlando por los sitios que frecuenta en su diario vivir.  

 

 

 

 

 

PROPUESTA DE TRATAMIENTO

 

Toda obra personal es autobiográfica. Hablo de mí a través del otro. Consiente de ello, me propongo realizar un retrato documental de Orlando Patiño, concentrado sobre el encuentro entre él y la música de la Sonora Matancera. Esas canciones  son de un romanticismo tan añejo como él. Esas canciones me hacen ser hoy, a mis 53 años,  el último romántico, como me llaman algunos amigos.

Aprovechando mi cercanía personal con este hombre, lo sigo en su vida diaria a la manera del cine directo, dejando que las situaciones reconocidas sucedan frente a la cámara de manera natural. Él mismo suele ponerse en escena para la radio y lo hace extensivo a la cámara cuando lo observo.

 

Mi cámara se quedará mirando los detalles significativos de sus actos, con interés y respeto, buscando siempre un carácter metafórico que nos permita hablar a través de él, de la vida, del paso de los años, de los amores y recuerdos (de los que hablan las canciones de la Sonora) , de la brega diaria y de los sueños, alegrías y desengaños de un hombre de su edad y de su tiempo.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Cuando observo las actividades diarias de Orlando veo el efecto del paso de los años en este hombre activo y persistente. Al verlo siento que se encuentran en él  éxito y el fracaso. Acompañamos a un hombre que ha alcanzado reconocimiento, fama y que se ha “codeado” con los artistas más famosos de la salsa y el bolero, pero lo vemos en el inicio del ocaso de sus días.

 

En el documental entonces, propondré una reflexión profunda sobre el paso del tiempo y el sentido de la vida. Quiero contar a Orlando, un poco a la manera de “Buscando a Sugerman” de Malik Bendjelloul, ese documental que nos cuenta de la vida precaria y olvidada de un hombre hijo de inmigrantes mexicanos , que reside en un barrio pobre de Detroit y que al mismo tiempo es venerado y casi una leyenda en la distante Suráfrica. La narración, aquí, buscará contar la historia de un “héroe” venido a menos.

 

Con la fotografía buscaré enfatizar el carácter íntimo y personal del documental, acompañando de cerca a Orlando en su diario vivir. La luz que lo destaca y separa del fondo y deja reconocer sus rasgos y sus gestos hoy a sus sesenta y cinco años.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

El sonido intentará recrear su universo sonoro, su voz, su programa, su música, la manera especial cómo esas canciones  resuenan en su ser, pasando por los lugares que forman su vida hoy, a dónde lo conducen sus pasos y de los que deriva su sustento. El sonido no se limitará al programa radial, sino que hará sinfonía con los sonidos de la ciudad y la manera como el eco de la radio resuena con la voz de Orlando Patiño, por barrios y esquinas.

 

El montaje propondrá contar en paralelo el programa radial y su quehacer diario: La “Esquina del Movimiento”, los sitios que visita para tomarse sus rones, los amigos mecánicos, su hija que lo llama a diario y se preocupa por él, las vistas que Orlando hace los domingos a su madre anciana, las reuniones vespertinas de los sábados en el club de la Sonora de Antioquia, los recorridos a pié para  cobrar los patrocinios, sus ratos de soledad  por las polvorientas calles de la ciudad y en su casa, a donde regresa tarde en la noche, rendido.  La observación minuciosa y morosa de su vida nos revelará su humanidad, que es la nuestra, la de todos en nuestra lucha diaria en “la posada del Mundo”  ( Fernando Pesoa).

 

 

ESTRUCTURA NARRATIVA

La mañana avanza lenta por las esquinas de un barrio de talleres. Viejas casas, antes residenciales, son habitadas por tornos y esmeriles que pulen y rectifican cigüeñales y viejos motores de camiones. Los mecánicos, se toman en la esquina, el segundo tinto de la mañana, mientras afuera, al sol, se secan las sillas plásticas recién lavadas.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

En una calle aledaña, un edificio alberga aún residentes que allí habitan. Una señora se asoma al balcón y riega sus begonias sin afán. El sonido de la olla a presión llama desde adentro. En el interior de un apartamento oscuro y empolvado, los rastros de un hombre y de su vida se adivinan: Fotos con grandes figuras de la música tropical, medallas y trofeos dorados en los que figura siempre el mismo nombre: Orlando Patiño Valencia. Se oye su voz carrasposa que tararea una melodía al fondo. El café hierve en la cocina y la oferta de su ropero nos acerca a este hombre que decide qué ponerse. El closet está lleno de camisas de seda, guayaberas, zapatos de charol y hebillas  …

 

Orlando Patiño repite metódicamente su rutina, se toma el café y con un vaso de agua traga sus pastillas, organiza algunas cosas y separa la ropa que dejará para que le lave una señora. Al salir de su edificio se dirige al café bar de la esquina, (La esquina del movimiento, como él la llama) mientras saluda con rutina a todos los que ve y pasan. Allí, entre amigos y ruidos metálicos, se toma el primer ron del día, lee “el Quiubo” y ríe con desgano. Al cabo de un rato emprende con dificultad su camino hacia la Plaza Minorista a tres cuadras de allí. Se dirige primero que todo al granero que hace parte de los patrocinadores del programa.

(les deja una lista de mercado que recogerá en las horas de  la tarde, después del programa.) Luego se sienta en un barcito de la plaza, pide otro ron, saca un papelito y anota en orden esmerado los temas que harán parte de su programa de hoy. Anota los temas en el orden en el que los va a presentar, los escoge sin lista previa, con seguridad, como siguiendo el ánimo del día. Algo en la manera como escoge los temas, tiene el mismo impulso con el que eligió su forma de vestir ese día.

 

Allí espera a que llegue el taxi, (Perteneciente a una empresa de taxis, otro de sus patrocinadores.) Cuando llega, saluda al conductor por el nombre propio y se sube en el puesto del copiloto, doblando su cuerpo grande y robusto y bregando con la rodilla que le duele.  La ciudad pasa rauda a su lado, la avenida del río, los hombre y mujeres que se apiñan y se consumen a su lado, arriba, lejos, las montañas.

 

 

 

 

 

 

 

 

Una serie de lugares vacíos a esa misma hora, se alternan con el viaje de Orlando en su taxi: Un bar de streptesase cerrado y con los restos de la fiesta de la noche anterior, cuyas sillas al revés se suman en una esquina llena de espejos, un taller mecánico, una sala de ventas de una funeraria con sus productos en oferta y una secretaria que atiende el teléfono con diligencia y voz endulzada.

 

Al llegar a su destino, Orlando entra en una casa campestre de Envigado. Avanza entre cabinas y micrófonos y saluda a todo el que se cruza con un “Qué hubo pues hermano”, que es como el reclamo por que algo distinto pase allí, a donde regresa cada tarde.

 

Va directamente a la cabina y de la mano de la joven y bonita muchacha que hace el control del sonido desde hace poco y que desconoce el repertorio de la sonora, organizan el programa mientras corre la una de la tarde. Orlando le dicta los discos que harán parte del programa de hoy…”Vendaval sin rumbo”, Ave maría Lola, Besito de coco, se formó la bronca, Feliz encuentro, En el mar …

 

Orlando anota con un bolígrafo en otra hoja suelta sus patrocinadores. El ambiente es cordial, los diálogos casuales, la rutina y la confianza se sienten cuando faltan diez minutos para las dos. Hace tiempo intentando carambolas en una vieja mesa de billar de la emisora.

 

Orlando se sienta en su cabina frente al micrófono, se toca la garganta, hace que afina la voz, repasa los temas, a veces canta algún verso y lo deja suspendido. En otra hoja están sus anunciantes: El  Bururu Barará - salsa bar, La Torre Show - lindas chicas, Rectificadora La Especial, Abarrotes al de Tal y Funeraria La Esperanza - una luz que te guía. Los tiene escritos cada uno en un reglón aparte para poder marcar al frente la veces que repite la cuña. La mayoría de ellas sólo en su voz con frases y slogans, teléfonos y direcciones que él repite de memoria.

 

A las dos en punto empieza la fanfarria de trompetas que encabeza el programa y que termina con la Sonora cantando: “y un saludo en Medellín al gran Orlando Patiño, mételo, sácalo …” A continuación Orlando saluda de la misma manera que hace 40 años: “– Buuuueeenas Tardes mi gente, qué tal? El saludo cordialísimo para todos los matanceromanolocos  y todas las matanseromanizadas de Antioquia, Colombia y el Mundo…”

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

A partir de ese momento Orlando se transforma. Hace el esfuerzo por representar el gran presentador de conciertos de otros tiempos. Con su voz cansada y gangosa repite con esa sabrosura paisa, tan suya y tan distinta de la caribeña de las canciones, los títulos de la canciones, los solistas de la Sonora. Las canciones parecen, cada una, un retazo de su vida y cuando suena y el disco gira, su mirada se va con las notas a otros días. Sus gestos, las pistas de su expresión observadas morosamente, nos dejan intuir la historia de su vida contada por su mutismo y las canciones. Alterno a la cabina y a Orlando escuchamos el programa en otros puntos de la ciudad, en un bus, en la minorista o en el silencio del centro comercial elegante en donde se desconoce la existencia de este hombre. Volvemos a los lugares antes presentados que corresponden a sus patrocinadores o a gentes que él suele saludar y que hacen parte de su entorno. Entre tema y tema, Orlando dice sus cuñas de la misma manera agitada y presurosa como las decía en sus trasmisiones de futbol: “ con el patrocinio de Rectificadora la especial, allá te reciben el cigüeñal, te lo rectifican, te lo enderezan, si es que no está pues, muy torcido… allá en la avenida del ferrocarril con balboa número 51 – 27 teléfono 2356789 , tal y tal…”  Todas las calles que nombra no sólo están cerca de su casa sino que hacen parte del Medellín elegante de otros tiempos.

 

La voz de Orlando nos lleva a ese sitio. La viruta de acero sale en chispas de los bloques de motor, las manos engrasadas de los mecánicos los mueven con pericia, sus rostroscurtidos por la vida y el hollín. Los sones del programa radial se escuchan chillones de un radio colgado de un clavo. En la oficina, con paciencia, Orlando espera el cheque que le entregará la secretaria con quien conversa con coquetería y frases prestadas de los sones …Saluda a los mecánicos de lejos y ellos a él como el famoso, el que una vez al día hace que existan para la ciudad, pues habla de lo que hacen y de la esquina precisa que habita su trabajo. Algo simbiótico ocurre en estas visitas: Por él ellos, los mecánicos existen y ellos se lo reconocen. Orlando disfruta de su visita, como quien saborea sus 5 minutos de fama se despide de todos y luego sale a caminar por la indiferencia de las calles. Al fondo Se oye una canción: Vendaval sin rumbo, y el canto nos vuelve a la cabina, a sus gestos, a su presente.

 

De esta manera La hora sonora de Orlando Patiño se desenvuelve en una narración paralela entre su programa radial y su rutina diaria, entre la cabina y los lugares de la ciudad que él habita con sus pasos y sus cobros, con sus costumbres, sus fiestas y placeres, sus hambres y sus miedos. Las canciones de la Sonora nos pasean por una serie de sentimientos entre la pachanga y la tristeza, entre la sabrosura y el olvido. Al igual que la gente de la ciudad que lo escucha, se les ve cantando las canciones que él sin conocerlos les dedica y evoca recuerdos íntimos.

 

En la intimidad de su casa Orlando echa un vistazo a las fotos de su pasado y rememora para sí y para nosotros “sus años de gloria”.  El encuentro entre su presente y su pasado configuran el clímax narrativo del documental.

Un lamento largo despide el programa siempre con las mismas palabras que bien podrían servirnos a todos de epitafio: “AAAAAyyyyyyyque Lástima mi Gente, el Tiempo se nos vino encima y esto se acabó”.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Orlando se despide de Pamela, la muchacha del control que lo llama con un cariño nuevo: “Chao mi Pati!”.  Y Se va caminando por las calles de Envigado. Toma un bus hacia el centro recorriendo la ciudad por una ruta distinta. Ve por la ventanilla lo novedoso y lujoso del barrio El Poblado tan distinto y distante de las calles de la ciudad que repite en su programa. Soporta con elocuentes gestos de molestia los estridentes regetones que repite el radio del bus. Se baja de nuevo en la Plaza minorista a donde recoge su mercado: Enlatados, arroz y Ron  llenan el carrito con el que un muchacho lo acompaña hasta su casa. La avenida del Ferrocarril, los nuevos buses articulados del Metroplus lo borran a lo lejos.

 

En la noche, sentado con sus contertulios mecánicos cansados por los esfuerzos del día, en plena “Esquina del Movimiento” Orlando ríe y sufre mientras ven un partido de Nacional, el equipo de sus preferencias. Con la algría de un solo gol a favor, Orlando se va paso a paso bajo la luz taciturna hacia su casa, a dormir sus sueños.

 

 

 

 

INFORME DE INVESTIGACIÓN ADELANTADA

El acercamiento a Orlando Patiño se remonta personalmente  a más treinta años atrás, cuando en los inicios de la Universidad me aficioné por la música tropical, y supe del Programa “una hora con la Sonora”. Desde 1985 escucho el programa con frecuencia y le he seguido la pista a este hombre cuya vida representa una época. Puedo decir que mi formación sentimental pasa en buena parte por este programa y la persona de Orlando Patiño.

 

Lo conocí casualmente en un concierto de Henry Fiol a finales de los años 90 y desde entonces nos hemos hecho amigos. En conversaciones, entre cervezas y aguardientes, en la “Esquina del Movimiento” (Así es como llama el bar de la esquina de su casa), me ha contado fragmentariamente pasajes de su vida: Sus años en la radio como comentarista y narrador deportivo, sus vínculos con políticos importantes y tradicionales de la ciudad, su vida cerca del Cartel de Medellín, en las épocas en las que todos tenían algo que ver, directa o indirectamente con Pablo Escobar.

 

 Llegó a tener líos con la justicia por tener a su nombre más de 50 “buscapersonas” (beepers). Fue acusado de ser “Jefe de comunicaciones” del cartel de Medellín. Según él se trató más de un asunto de abuso de confianza, aprovechándose de su ingenuidad.

Su relación con la música tropical es desde siempre. Todos los músicos de la Fania, de la sonora, boleristas, soneros, eran recibidos personalmente por él: Artistas como Bienvenido Granda, Daniel Santos, Alberto Beltrán, Nelson Pinedo, Yayo El Indio, Celia Cruz, Carlos Argentino Torres, Jorge Maldonado y a Fernando Lavoe. Llegó a ser empresario y a traer músicos por su propia cuenta. Su conocimiento sobre la música tropical es amplio y extenso. Es lo que podríamos llamar una biblia en asuntos “sonoros”. Varios temas de la Sonora hacen mención y saludo al “Gran Orlando Patiño”. Hijo de un locutor reconocido, Orlando trabaja en la Radio desde los 15 años.

 

Su vida sentimental ha sido un tanto desafortunada. Estuvo casado un par de años cuando aún era menor de edad, y tiene dos hijos, Linda y Juan Carlos pero no vivió con ellos ni los vio crecer. Hoy sostiene contacto con su hija a quien venera, pero al hijo no lo ve, ni le habla nunca. Luego vivió un tiempo con “una pelada” que perdió por su trabajo que lo obligaba a distanciarse continuamente. (se le aguan los ojos cada vez que habla de ella). Un día al regresar de narran un partido en Cúcuta, no la encontró ni a ella ni a sus joyas más valiosas y nunca la volvió a ver.

 

Llegó a vivir en un amplio apartamento en la avenida Oriental de Medellín, pero luego vinieron la vacas flacas y hoy vive en un apartamento modesto en una zona de talleres entre la avenida del ferrocarril y Juan del Corral.

Hoy en día y desde hace más de 25 años su rutina diaria está toda relacionada con su programa radial “Una hora con los solistas de la Sonora” ( Nombre que tiene hoy en día el programa, para poder contar con una batería de temas más amplio que si solo presentara temas tocados por la sonora matancera).

 

La esquina del movimiento es su “Centro de operaciones”. Los mecánicos y negociantes de la zona son sus amigos cercanos y sus compañeros de tragos. De allí sale a recorrer a pié la zona, en cuyo perímetro se encuentran los patrocinadores de su programa: Talleres metalmecánicos, funerarias, bares y streapteases. Él los visita, negocia con ellos, “los trama” y concreta cuñas que él hace con su propia voz a manera de menciones orales. Su memoria es descrestante: Diariamente repite de memoria, sin falla, los servicios que ofrecen, direcciones, teléfonos, slogans y promesas. Hacia las doce y media del día se encamina hacia Envigado, a la emisora que lo ve llegar cada día con sus pasos gastados y sus temas llenos de recuerdos y referencias a su propio destino.

Cada título, de cada canción, resuena en su rostro y algo en lo sutil de su gesto deja entrever historias y recuerdos. Entre las dos y las tres de la tarde, de lunes a viernes, su rutina se repite indefectible, variada apenas por los temas que va rotando en el programa un poco al antojo de su ánimo.

Los fines de semana los reparte entre cultivar sus amistades (Es un hombre que cultiva contactos políticos y comerciales), los compinches de la esquina, su hija, su madre y los miembros del club de la sonora Matancera que se reúnen semanalmente los sábados para hacer culto a esta agrupación musical inigualable.

Los nombres de todos los solistas que llegaron a cantar con la Sonora, salen de su boca como los nombres que más ha repetido: Casi podríamos decir que esos nombres y esas canciones han marcado el rostro y la expresión de este hombre.

El documental busca un acercamiento audiovisual profundo que permita sumergirse en la humanidad de este hombre que representa toda una generación de vida, de radio, de música y de sentimientos, ligados a calles y carreras del centro de Medellín que hoy solo existen por su voz en las hondas radiales del Valle de Aburrá.

La última vez que nos vimos, me lo encontré en un cafecito de la Plaza Minorista de Medellín. Corrían las 12 y 45 del día. Se estaba tomando un roncito y anotando las canciones para el programa. Me contó de la muerte de su padre con tristeza y que el día anterior se había partido un diente.

 

            (Me pareció algo simbólico y recordé un poema que mi hermano escribió sobre mi tío Henrique en el ocaso de sus días)

 

ULTIMA DENTICIÓN

 

Como si un edificio se meciera en sus cimientos

Dentro de tu boca

Con el accidente de un bocado

Lo supiste todo

Y el pánico inmediato

Mientras te disculpas

Y acudes a la crueldad del espejo

Allí entre el índice y el pulgar

Lo contundente

El trozo de marfil manchado

La inminencia

De que a partir de ese sutil menoscabo

Ya todo en adelante sería

Declinación y ruina.

(Fernando Herrera Gómez)

 

Salimos de la plaza minorista y avanzamos raudos atravesando el valle de Aburrá por la orilla del río, los boleros resonando en su cabeza. Acudimos a la emisora para grabar algunas imágenes que permitieran la realización de un Teaser para el proyecto. Mientras espera la hora del programa hace tiempo jugando billar solo en el fondo de la casa que ocupa la Emisora.

 

Es curioso como el programa de ese día, tan bien planeado por él con rigor, estuvo plagado de problemas técnicos originados por el sistema digital que impedía cargar los temas propuestos por él. Hay un contraste evidente entre Orlando y sus años, (que son los de la misma música que presenta), con la joven y bonita muchacha que le hace la operación del sonido, pero que desconoce los temas. Además el sistema digital supermoderno de la emisora se hace lento e inoperante, mientras Orlando conserva su lucidez y su rapidez mental que todo lo domina, a pesar del paso de los años que ha empezado a minar su cuerpo.

 

Se trata un poco de contar los días actuales de Orlando Patiño, sus pasos cansados al cabo del los años, con un tono poético y personal.

Llegó a tener líos con la justicia por tener a su nombre más de 50 “buscapersonas” (beepers). Fue acusado de ser “Jefe de comunicaciones” del cartel de Medellín. Según él se trató más de un asunto de abuso de confianza, aprovechándose de su ingenuidad.

Su relación con la música tropical es desde siempre. Todos los músicos de la Fania, de la sonora, boleristas, soneros, eran recibidos personalmente por él: Artistas como Bienvenido Granda, Daniel Santos, Alberto Beltrán, Nelson Pinedo, Yayo El Indio, Celia Cruz, Carlos Argentino Torres, Jorge Maldonado y a Fernando Lavoe. Llegó a ser empresario y a traer músicos por su propia cuenta. Su conocimiento sobre la música tropical es amplio y extenso. Es lo que podríamos llamar una biblia en asuntos “sonoros”. Varios temas de la Sonora hacen mención y saludo al “Gran Orlando Patiño”. Hijo de un locutor reconocido, Orlando trabaja en la Radio desde los 15 años.

Su vida sentimental ha sido un tanto desafortunada. Estuvo casado un par de años cuando aún era menor de edad, y tiene dos hijos, Linda y Juan Carlos pero no vivió con ellos ni los vio crecer. Hoy sostiene contacto con su hija a quien venera, pero al hijo no lo ve, ni le habla nunca. Luego vivió un tiempo con “una pelada” que perdió por su trabajo que lo obligaba a distanciarse continuamente. (se le aguan los ojos cada vez que habla de ella). Un día al regresar de narran un partido en Cúcuta, no la encontró ni a ella ni a sus joyas más valiosas y nunca la volvió a ver.

 

Llegó a vivir en un amplio apartamento en la avenida Oriental de Medellín, pero luego vinieron la vacas flacas y hoy vive en un apartamento modesto en una zona de talleres entre la avenida del ferrocarril y Juan del Corral.

Hoy en día y desde hace más de 25 años su rutina diaria está toda relacionada con su programa radial “Una hora con los solistas de la Sonora” ( Nombre que tiene hoy en día el programa, para poder contar con una batería de temas más amplio que si solo presentara temas tocados por la sonora matancera).

 

La esquina del movimiento es su “Centro de operaciones”. Los mecánicos y negociantes de la zona son sus amigos cercanos y sus compañeros de tragos. De allí sale a recorrer a pié la zona, en cuyo perímetro se encuentran los patrocinadores de su programa: Talleres metalmecánicos, funerarias, bares y streapteases. Él los visita, negocia con ellos, “los trama” y concreta cuñas que él hace con su propia voz a manera de menciones orales. Su memoria es descrestante: Diariamente repite de memoria, sin falla, los servicios que ofrecen, direcciones, teléfonos, slogans y promesas. Hacia las doce y media del día se encamina hacia Envigado, a la emisora que lo ve llegar cada día con sus pasos gastados y sus temas llenos de recuerdos y referencias a su propio destino.

Cada título, de cada canción, resuena en su rostro y algo en lo sutil de su gesto deja entrever historias y recuerdos. Entre las dos y las tres de la tarde, de lunes a viernes, su rutina se repite indefectible, variada apenas por los temas que va rotando en el programa un poco al antojo de su ánimo.

 

 

PERFIL DEL PERSONAJE

 

Orlando Patiño Valencia supera hoy los sesenta y cinco años. Su columna ya se ha encorvado por el paso de los años y cojea de una rodilla por un accidente que tuvo en un taxi. Camina con dificultas y respira hondo entre los pasos. Su voz es rasgada y ronca y el aire ya a veces le falta entre las palabras. Pero no ha perdido la habilidad para hablar a gran velocidad. Sus ojos inquietos se mueven de un lado a otro buscando las palabras que fluyen vertiginosas de su boca, esa boca llena de temas y letras románticas y tropicales.

Tiene una manos grandísimas con unos dedos índices largos que bate siguiendo el ritmo contra la mesa de la cabina o la del bar de la esquina. Es un hombre alto de un metro ochenta de estatura, menos unos centímetros que hoy le restan su joroba. Sus uñas barnizadas no ocultan hoy el desgaste de sus días. Al verlo uno siente que su tiempo se está yendo lentamente, que su voz, como esas canciones, suena gastada, tal como el “crash” de los surcos de los acetatos de “ Discos Fuentes” (La disquera).

Suele vestir ropa elegante con un estilo muy propio. Da la sensación de estar listo en todo momento para fungir de presentador para un concierto de la sonora y de hecho así asume su programa. Podríamos decir que se viste para la radio!

Aunque con el paso de los años, el garbo se le ha ido desluciendo al punto de revelarse una relativa precariedad. Esto sin embargo no ha afectado la dignidad con la que hace su trabajo. Su profesionalismo y su pasión por esa música que le depara su sustento y le devuelve todo lo que la vida le ha quitado.

 

 

Hoja de Vida del Director

Santiago

Herrera Gómez

Fecha de nacimiento: 24.01.65

Lugar de Nacimiento: Medellín, Colombia

Nacionalidad: colombiano

Cédula de Ciudadanía: 70.563.196 Env.

 

Dirección de Residencia: Carrera 64A # 51-59

                                      Barrio Carlos E. Restrepo

                                      Bloque 76

   Medellín - Colombia

   Tel 2303890

  Cel.3113124387

Correo Electrónico: lasmanosdelciego65@gmail.com

 

 

ESTUDIOS REALIZADOS

Educación Primaria y Secundaria: Colegio Alemán, Medellín.

Bachiller académico 1983

Estudios Universitarios: Comunicación Social  U.P.B.

Universidad Pontificia Bolivariana

Título: Comunicador Social-Periodista 1991.

Estudios de Postgrado en Dirección de Cine y Televisión en la Escuela Superior de Artes y Medios Audiovisuales de Colonia, Alemania. MAGISTER EN ARTES VISUALES (1993-1996).

Título convalidado por el ICFES Resolución No. 001250 del 31 de oct. De 2001.

Idiomas: Alemán - Inglés

 

 

EXPERIENCIA PROFESIONAL

Profesor de vídeo y medios audiovisuales en el Instituto de  Artes Medellín (Febrero 1991 - Mayo 1991)

Director de la Tele-revista Cultural "Especiales del Arte" (Feb.1990 – abril 1991)

Mayo 1991 Traslado a Alemania

Prácticas en la ZDF (Televisión Nacional Alemana) marzo-mayo y noviembre-diciembre 1992.

Monitor Continuado del Seminario de Historia del cine, durante los estudios en la Escuela Superior de Artes y Medios de Colonia. (1993-1996).

Mayo 1996 retorno a Colombia

Profesor de Cine, Asesor para proyectos documentales de la Especialización de Televisión y Director de trabajos de grado en la Universidad Pontificia Bolivariana. (1996 – 1998).

Profesor de Cine, Narrativa Audiovisual y Documental en la Universidad de Antioquia (1996 – 1998).

Preproducción y producción en Colombia del documental “Más allá de Macondo” sobre la vida y obra de Gabriel García Márquez para ARTE (Canal cultural franco-alemán). Sep.96 - enero 1997.

Investigador, compilador y redactor del Proyecto para la creación de la carrera de Cine en la Universidad Nacional Seccional Medellín. Septiembre - diciembre 1997.

Director del programa de Televisión “La Fórmula” Comfama TV - Video Base Nov. (1997 –1998).

Director de dos capítulos para la tercera serie de ‘Muchachos a lo bien’ 1998.

Creador y Director de la Telerevista cultural ‘Matices’ de Telemedellin.  (1998 –1999).

Docente De Tiempo Completo de la Universidad de Medellín en el área de Medios audiovisuales de la Facultad de Comunicación.  Enero - junio de 2001.

Docente Facultad De Artes Universidad De Antioquia en las materias de video y videoarte.  Asesor y director académico de la escuela de cine por proyectos. (2002 – 2003).

Tallerista en el Programa de formación “Imaginando Nuestra Imagen” en Mocoa- Putumayo, Pasto – Nariño, Leticia – Amazonas, Ocaña Norte de Santander y Neiva –Huila,  en las áreas de Guión, realización, Documental y especialmente fotografía, para La Dirección De Cinematografía Del Ministerio de Cultura de Colombia. (2002-2004).

Director de la Productora Audiovisual las manos del ciego, realizador independiente de videos documentales, didácticos, musicales e institucionales. (2004 – 2010).

Jurado del Premio Nacional Audiovisual de la Universidad de Antioquia 2010.

Docente de Comunicación Social en los programas de la Dirección de Regionalización de la Universidad de Antioquia, seccional Oriente y Bajo Cauca 2010-2011.

Cámara y fotografía  de los documentales: Los Demonios Sueltos,  a solas, La pena Secreta y Un cuento simple de la Serie Grandes Maestros de la Universidad de Antioquia, dirigidos por Marta Hincapié Uribe. (2009-2013) Todos seleccionados por la Muestra Internacional Documental de Bogotá.

Cámara y fotografía del Documental Dayipapara/La madre, sobre la Madre Laura y que se realizó casi en su totalidad en los resguardos embera aledaños al Municipio de Dabeiba.(2013).

Docente Diplomado de Documental de Creación de Cinefilia, el Museo de Arte Moderno de Medellín y la Universidad del Valle. Agosto- Noviembre 2011.

Realizador de 6 piezas audiovisuales sobre la obra pictórica de Javier Restrepo y Dora Ramírez para la Sala de Exposiciones de La Universidad EAFIT. (2012-2013)
 

FILMOGRAFÍA

Alemania reunificada, opiniones divididas. Reportaje sobre la reunificación alemana. Betacam Pal 20’ 1994.

El sonido del silencio. Retrato de Juan Gil, estudiante venezolano en Alemania. Betacam Pal 30’ 1995.

El muerto desaparecido. Cortometraje argumental comedia sobre la “vida” en una funeraria. 16mm color 5’ 1995.

Labrador de violines. Documental sobre el trabajo de Eduardo Valdivia Rivera, constructor de violines que vive y trabaja en Alemania. 16mm blanco y negro 12’1996.

Desde la ventana. Documental autobiográfico, película de grado en la Escuela Superior de Artes y Medios de Colonia, Alemania. 16mm color 25’ 1996.

Entre Montañas Documental que observa la vida cotidiana de Medellín, tras la pista de los versos de José Manuel Arango. Permio de Creación del Ministerio de Cultura de Colombia. S16mm 30’  2000.

El Día desbarata las sombras Documental resultado de la Beca de Residencia Artística del Ministerio de Cultura de Colombia y el FONCA  de México. MiniDV 3CCD – Betacam SP. Color, 56’ 2003

El lugar de los días Documental Premio de Realización Documental del Fondo de Desarrollo Cinematográfico sobre la vida del Barrio Carlos E. Restrepo de Medellín. Full HD 1920x1080, color, 65´2012.

 

 

FESTIVALES

Selección para la competencia de la Película Desde la Ventana dentro del marco del 42º Festival Internacional de Cine de Oberhausen, Alemania, abril de 1996.

Participante en la muestra de cortometrajes del Festival Internacional de Cine de Bogotá 1996.

Selección para la competencia del concurso de cortometrajes del 18º Festival del Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana 1996.

Selección para la Competencia del 8º concurso de cortometrajes del Festival Internacional de Cine de Cartagena, 1998.

Selección de “El día desbarata las sombras” para la 5ª Muestra Internacional Documental, Bogotá 2003.

Selección de “El lugar de los días” para la 14 Muestra Internacional Documental, Bogotá 2012.

 

 

 

 

 

DISTINCIONES

Nominado para el premio Nacional de Televisión Simón Bolívar por la edición del programa Especiales del Arte, 1990.

Premio India Catalina para Especiales del Arte al mejor Programa cultural en marco del 31º Festival Internacional de Cine y Televisión de Cartagena 1991.

Finalista en  la competencia de cortometrajes del 37º Festival Internacional de Cine de Cartagena 1997.

Ganador Beca de Creación de Guión para largometraje Tres días de Oscuridad. Ministerio de Cultura 1997.

Ganador de la 1a. Convocatoria de la Dirección de Cinematografía en la Modalidad “Chiquitos pero picosos”, Categoría de Cortometraje con el proyecto “Entre Montañas”.  Junio 1998

Ganador de la beca del Ministerio de Cultura de Residencias Artísticas en México con el Proyecto: Un Taxista en México D.F. Octubre/2000.

Ganador 2010 del Premio de Realización Documental del Fondo de desarrollo cinematográfico con el Proyecto Otrabanda sobre el barrio Carlos E. Restrepo de Medellín,

Ganador con “El Lugar de los días” del premio Imago – Barcelona de la Muestra Internacional documental al mejor Documental social del 10 Festival de Cine colombiano de Barcelona, España.2012-2013 .

 

 

 

 

 

 

 

 

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